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Nuevos Horizontes

Fecha: 19 de Marzo de 2020

Nuestro compañero, Jaime Paniagua, logopeda en Madrid, nos regala estas palabras que invitan a la reflexión sobre nuestra disciplina en estos días tormentosos

He tenido el tremendo honor de ser seleccionado para compartir unas palabras con mis compañeras de profesión a propósito de la situación que estamos vivificando tras la llegada (en contra de nuestra voluntad) del Coronavirus a nuestro país. 

Es de agradecer que me permitan total libertad en poder expresarme sobre esta situación. Podría expresar mi rabia, arengar al personal en la lucha contra el sistema o buscar fallos que hayan podido suceder en las últimas semanas, pero estaría haciendo un uso inadecuado de este espacio que ha tenido a bien crear ALPA, uno de los equipos de trabajo más creativos del mundo de la Logopedia (aquel que haya estado en algunas de sus formaciones bien sabe a qué me refiero). 

El Coronavirus (permítanme la mayúscula) ha entrado en nuestras vidas cual tsunami. Nuestros planes, expectativas y vidas, en general, se han visto alteradas por su presencia. Personalmente, llevo alrededor de 15 años acompañando a personas con daño neurológico en su proceso de rehabilitación y, desde hace unas semanas, no hay noche que no me acueste dedicando un buen rato a empatizar con cada uno de ellos. ¿Quién no mataría en estos momentos por una taza de café en una terraza atiborrada de gente?, ¿cuánto pagarías por poder decidir tu destino o coger un vehículo y escapar lejos o, simplemente, poder dar un paseo sin fin por las calles de tu pueblo? Tantas personas a las que he acompañado y, por mucho que lo creía, no era capaz de dar el valor que tiene a tomar tus propias decisiones. En mi afán por mejorar mi práctica clínica recuerdo un estudio donde la conclusión era esa misma: la gente pasaba olímpicamente de un pictografía con un dibujo de la taza de wáter; la gente quería tomar sus propias decisiones. Como toda nuestra población ahora. No dejemos de lado los aprendizajes que alcanzamos estos días porque tendrán un efecto razonable en nuestra profesión. 

Y es que hemos emprendido un viaje de no retorno hacia un lugar que desconocemos. Y en ese viaje me gustaría encender una vela de optimismo, si es posible. Hace unos días, en mi blog, compartí un pequeño razonamiento acerca de los cambios que sobrevendrían tras esta epidemia y cómo podría verse afectada nuestra profesión. No me cabe la menor duda de que, tras esos cambios, nuestra profesión será más fuerte. 

Ese viaje nos genera incertidumbre y ansiedad pero no le hemos de tener miedo. Lo haremos unidas y eso ya es algo positivo que tenemos que sacar de todo esto. Llevábamos un tiempo con el debate de la unión en nuestra profesión y, en este aspecto, me gustaría llamar a la reflexión. ¿Podemos afirmar que una profesión ha caído en la desunión cuando desde sus foros de trabajo en redes sociales se está consensuado actuaciones tales como cesar la actividad asistencial y cerrar centros dada la situación y el peligro que corren nuestros pacientes? En estos días he podido tener un contacto directo con más 20 profesionales de la Logopedia a los que he ido preguntando diversas dudas y consensuando pensamientos. Muchas logopedas con las que he hablado han puesto en disposición todos sus medios posibles (a pesar de la que está cayendo) para poder resolver dudas y afinar mejor nuestra práctica clínica. Tal vez el lector considere que exagero y que su percepción acerca de la Logopedia es otra pero permítanme que yo les cuente mi visión de estos días, donde no ha faltado el momento en que una compañera me ha animado o me ha enviado alguna razón para seguir en esto. 

Otro aspecto importante es que nuestras prácticas deben sufrir una transformación desde este mismo momento. Si bien es cierto que en estos días de incertidumbre nos encontramos algo inactivos, tan pronto como sea posible llamo al resto de compañeras a que comencemos esa pequeña revolución y transformación de nuestra profesión. Contamos con una buena tecnología para retomar nuestro contacto con el mundo y lograr que la Logopedia pueda llegar a cada uno de los hogares. Esa posibilidad de comunicación con nuestros usuarios ha de hacerse con un razonamiento propio de nuestra clínica. No olvidemos que no todo vale. Habrá tecnología útil para poder abordar algunos casos que no será efectiva para otros. No olvidemos que esa transformación tiene que seguir amparada bajo el paraguas de las mejores prácticas basadas en evidencia científica. Esto es que, si vamos a hacer uso de plataformas que tengamos a mano pero ello va a suponer una intervención insuficiente, no estamos subiéndonos al tren de la transformación. La revolución nunca se hizo en solitario. Juntemos ideas y pensamientos, sin prisa pero sin pausa. No nos dejemos llevar por ofertas oportunistas de quien quiera sacar tajada ya que hemos de tener la mirada puesta en el futuro inmediato. La misma creatividad que nos ha caracterizado para transformar materiales y sacar de ellos las mejores situaciones comunicativas ha ser capaz de generarse al usar esas nuevas tecnologías.  No es momento de tener miedo sino de generar cosas y crear, pero en equipo. 

Puesto que mi objetivo con este escrito era poder aportar algo a esta situación, os invito a todas a comenzar a trabajar en esa transformación de nuestra profesión y poder seguir dando pasos en la historia. Busquemos la manera de seguir conectando con nuestros pacientes y ofrezcamos herramientas para poder seguir ayudándoles a superar sus déficits. Pongamos a disposición del resto lo que cada logopeda sepa y creemos algo con una potente base y sustento que nos permita dar el siguiente paso en este panorama incierto. Hagámoslo bien, sin caer en las redes de uso de métodos inadecuados y basados en el oportunismo y consigamos que esas prácticas que habíamos alcanzado puramente científicas sigan poniéndose en práctica en cualquier circunstancia. 

Sigamos haciendo fuerte la Logopedia, ese arte que hemos heredado de grandes personas que se dejaron la vida en ello. 

Jaime Paniagua
Logopeda Col. CAM 28/0314

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