Las regiones del córtex motor se activan al oír un verbo como si fueran a ejecutar la acción
Filósofos
y biólogos coinciden en que el gran talento que nos distingue del resto
del mundo animal es la facultad del lenguaje, pero eso no ayuda a
responder la pregunta del millón: ¿cómo la adquirimos? Los
neurocientíficos aportan hoy una pista fundamental: cuando una persona
oye verbos y nombres asociados a una parte del cuerpo, como patear o
lanzar, las regiones motoras del córtex que normalmente dirigen el
movimiento de esas partes se activan de inmediato y sin que medie
razonamiento alguno. Ahí dentro del cráneo, las palabras y sus
significados parecen ser casi lo mismo.
Desde que sir William Jones descubriera la familia de las lenguas
indoeuropeas -formulando así la primera teoría evolutiva un siglo antes
que Darwin- la lingüística ha ocupado un lugar preeminente en el
pensamiento evolucionista, y esta tendencia no ha hecho más que arreciar
en nuestro tiempo. No es extraño que una de las cuestiones esenciales
de la biología actual sea precisamente entender cómo evolucionó la
facultad del lenguaje, tal vez el atributo humano por excelencia. Y los
biólogos saben muy bien que la evolución nunca inventa nada desde cero:
es una oportunista, como dijo el premio Nobel François Jacob.
En un estudio de resonancia magnética funcional con 21 voluntarios, Yury
Shtyrov y sus colegas del Centro de Neurociencia Integrativa de la
Universidad de Aarhus, en Dinamarca, demuestran ahora que los verbos y
nombres de acción -saltar, lanzar, patada, baile- inducen casi
inmediatamente, en solo 80 milisegundos, la actividad del córtex motor,
la parte del cerebro situada sobre las orejas que normalmente se ocupa
de mover los músculos. Y no solo eso: la actividad casa con la zona
concreta del cuerpo implicada en el significado de la palabra en
cuestión